miércoles, 18 de julio de 2007

No hay paraíso sin infierno


Valparaíso es y seguirá siendo patrimonio de la humanidad. Pero qué tan humano es. Esta pregunta se la hace mucha gente. No obstante, la humanidad del patrimonio se vive día a día en la ciudad porteña. Muchos podrían pensar que esta humanidad de la que balbucean los propios porteños es gracias al turismo o a los trolebuses o quizás a la “famosa” vida nocturna. Sin embargo, esta humanidad del patrimonio perdura cada día gracias a la magia de Valparaíso.

¿Pero que es esta magia?
La respuesta es más simple de lo que parece.
Es su gente, sus personajes, su arquitectura, sus olores y sus rincones, todos los elementos que juntos y revueltos crean esta composición global que hace de capital de la V región.

Muchos son los lugares de reunión que han ayudado a la ciudad a difundir, de mejor manera, la cultura y distintas actividades que tengan que ver con nuestro patrimonio. Así como también enseñar la cultura e historia de esta “bella” ciudad. Traté mediante las ediciones pasadas de dar una leve pincelada por algunos de los lugares más emblemáticos, pero aunque tuviera cien años para hacerlo me sería imposible traducir en líneas lo majestuoso de esta ciudad.

Y es que a pesar de que el tema central de ésta, nuestra última edición, es el endeudamiento juvenil y proyectos fallidos. Quiero hacer un llamado general a despertar el interés en Valparaíso.
Aun somos jóvenes y aprenderemos de nuestros errores, ellos nos harán fuertes. Pero muchas veces ciegos. No dejen que la frialdad del sistema congele sus corazones, ni que petrifique su imaginación. Y si algún día se encuentran escasos de esta última, asomen su cabeza por la ventana y disfruten de la magia.

Si, es cierto, muchos son los aspectos negativos. Incluso me vi en el deber cívico y moral de denunciarlos mediante esta página. Las drogas, el alcohol, la delincuencia e incluso los sectores peligrosos de la ciudad fueron tomados en cuenta en este sitio. Nunca fue, ni será jamás despertar el miedo del público hacia esta hermosa ciudad. No teman a vivir, no teman a enfrentarse y hacer valer su derecho. Tras cada caída, se volverán más fuertes. Y sobre todo no teman a las calles que, ha pesar de estar estáticas e inamovibles, han visto mucho más que nosotros.

Escuche alguna vez que no existe paraíso sin infierno, ni el bien sin el mal. Llamo a la comunidad a disfrutar entonces del paraíso que es Valparaíso, pero sobre todo valorarlo, cuidarlo y atesorarlo. Ya que es uno de los pocos tesoros que la destructiva sociedad nos va dejando.
Que quede en la retina del mundo que existe una tierra mágica llena de sueños y fantasías de marinos y navegantes, de prostitutas y taberneros en donde se fundaron los pilares fundamentales de un puerto místico y lleno de vida. El puerto de Valparaíso.

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